Interesante reflexión de José Javier Esparza en El Semanal Digital, en las que nos cuenta verdades como puños:
Cataluña es un sitio donde no se puede hablar español en el Parlamento; donde todo el mundo sabe que el bilingüismo es perseguido y nadie –apenas- osa decirlo; donde se cae un barrio por incuria municipal y el suceso se silencia; donde la clase política se conjura para tapar una trama de corrupción –la del 3%- y la prensa secunda la maniobra. Es un lugar donde los periodistas aplauden a los parlamentarios, donde los obispos bendicen estatutos abortistas, donde la violencia queda impune si sacude a la derecha (española), donde los clubes de fútbol actúan como voceros políticos de la Generalitat. Cataluña es un país donde los partidos hegemónicos, la banca autóctona y los tiburones de la comunicación han edificado una fortaleza inexpugnable que es el agujero negro de toda libertad real. Cataluña es un negocio donde la oligarquía local ha identificado su beneficio particular con el destino colectivo. Cataluña es una sociedad que ha fundido el dogma nacionalista con el credo de lo políticamente correcto, en un pensamiento único del que nadie puede disentir si desea sobrevivir. Para cerrar el círculo, ahora traman una ley de comunicación sencillamente liberticida. Cataluña es una anomalía en Europa.
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