El pollo sin cabeza

Corría el año --que diría César Vidal-- 1945 cuando Mike, un pollo oriundo de Fruita, Colorado, inició su carrera hacia la posteridad gracias al hachazo de un granjero que le cortó el pescuezo pensando que reunía todos los elementos para una rica cena.

El pollo no se dió por aludido y tras el descabezamiento retornó al corral como si la cosa no fuera con él. Para intentar demostrar que nada había cambiado seguía batiendo sus alas e incluso intentaba cacarear, aunque os ahorraré la descripción del sonido que salía por su cuello.

El granjero se quedó flipado y comenzó a alimentarlo con una pipeta y el animal siguió tan campante su agónica vida hasta que un día se atragantó definitivamente y aceptó por fin la defunción que estaba adquiriendo a plazos.

Dieciocho fueron los meses que el pollo vivió en tales condiciones.

El pasado 30 de diciembre otro pollo fué descabezado --en esta ocasión con el hacha de ETA-- y al igual que su primo yanqui, no se dió por aludido y siguió moviendo las alas y emitiendo extraños sonidos guturales.

Hoy, sin ir más lejos, ha reclamado una reunión de urgencia con el líder del principal partido de la oposición. La escena ya se la imaginan: aleteo, volar de plumas y dantescos ruidos.

Normal que Rajoy no se haya enterado de lo que quería decir el pollo.