03 marzo 2007

Manifiesto de la DENAES leído ayer en la concentración

Por si alguien no pudo asistir o no escuchó bien el manifiesto de la Fundación DENAES leído ayer en las concentraciones ante los Ayuntamientos, aquí lo tenéis:

Queridos amigos, ciudadanos de España:

Gracias por vuestro gesto valiente de compromiso. Gracias por vuestra lección de ciudadanía. Gracias por vuestro ejemplo de patriotismo. Una nación no se muere si su gente mantiene la conciencia viva. Que lo sepan quienes pretenden desmayar la conciencia democrática de los españoles. Estamos muy vivos. Nosotros no nos rendimos.

Un asesino con veinticinco muertos en sus manos ha chantajeado al Gobierno. El Gobierno ha cedido. No hay más realidad que esta. Que un asesino se comporte como un chantajista no puede extrañarnos: está en su naturaleza. Lo que nos indigna, lo que hoy nos ha reunido aquí, no es esto, ni tampoco los vericuetos de la administración penitenciaria. Lo que indigna a todos los españoles de conciencia sana es que nuestro Gobierno, el Gobierno de todos los españoles, se haya sometido al chantaje. Que les quede claro: hoy estamos aquí porque el Gobierno español ha claudicado ante la amenaza de un terrorista. Y con esa claudicación, ha rebajado a la democracia española hasta un nivel de indignidad simplemente insoportable. Los españoles no nos merecemos caer tan bajo.

Somos españoles: nos gusta nuestro país y lo queremos. Somos demócratas: no entendemos la vida pública sin la voluntad del pueblo. Queremos nuestras libertades: por ellas somos ciudadanos y bajo ningún concepto podríamos renunciar a ellas. Queremos justicia: es ella la que hace digna nuestra vida en común. Como españoles demócratas, amantes de nuestras libertades y de nuestra justicia, no podemos tolerar la victoria de unos asesinos que pretenden torcer el brazo de la justicia, violar nuestras libertades y romper España pasando por encima de la voluntad ciudadana. No podemos aceptar que un Gobierno lleve sus compromisos con una banda terrorista hasta el extremo de ignorar sus crímenes, algunos tan recientes; hasta el extremo de privilegiar a los asesinos y culpabilizar a las víctimas del terror, acusando de no querer a la paz a quienes, por elemental dignidad, se resisten a la claudicación. No hay derecho.

Como en las viejas cortes aragonesas, hoy le decimos al Gobierno: Nos, que valemos tanto como vos, y todos juntos más que vos, os exigimos: la inmediata rectificación de la política de acercamiento a la banda terrorista ETA; la inmediata suspensión de cualquier proceso de negociación y pacto con los terroristas; la inmediata recuperación del pacto por las libertades y contra el terrorismo, en los términos que tan buen servicio rindieron a la democracia española; la inmediata reparación pública del buen nombre de las víctimas del terrorismo, tan injustamente despreciadas por los portavoces gubernamentales.

Un asesino cruel, hoy elevado a héroe por la ceguera del Gobierno, dijo una vez que nuestras lágrimas eran su alegría. Hoy, sin duda, tiene razones para reír. Pero hay algo que debe saber el asesino, que deben saber sus cómplices, que deben saber también quienes han cedido ante su chantaje. Deben saber que nuestras lágrimas no son el llanto pasivo del vencido. Deben saber que por encima de estas lágrimas están nuestra determinación, nuestra firmeza, nuestro compromiso; nuestra voluntad decidida de hacer de España un país donde sea posible vivir sin vergüenza. Muy por encima de las lágrimas, tomando pie en este dolor y en esta indignación, justísimos, está nuestro propósito de no dar un paso atrás. Deben saber que un Gobierno puede doblegarse, pero que España no se rinde. Y que los españoles, aquí, hoy, están dispuestos a defender sin tregua una democracia donde la gente de buena voluntad pueda más que los criminales; donde la libertad de los ciudadanos pueda más que las bombas y las pistolas; donde la justicia pueda más que el terror; donde las víctimas puedan más que los asesinos.

Desde aquí apelamos a todos los españoles de bien, de izquierdas y de derechas, demócratas, amantes de sus libertades y de la justicia, a no desmayar; a movilizarse todos los días, a todas horas, en todas partes, hasta conseguir que esta indignidad, que esta vergüenza quede reparada. Tenemos nuestra voz; en todas partes debe escucharse nuestra indignación, que es una indignación movida por el amor a nuestra patria y a nuestra libertad. En nombre de todas las víctimas del terrorismo, en nombre de todos los españoles de bien, os invito a pronunciar las palabras que nuestro Gobierno no se atreve a decir:

Viva España

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡VIVA!

Anónimo dijo...

Sólo puedo decir una cosa: Viva España.

Un saludo.
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