Jefecillos tribales de izmierdas

Estos jefecillos tribales de nueva hornada que nos ha tocado padecer son la incompetencia en estado puro. Salvo despilfarrar, manipular, prevaricar y asuntillos de ese estilo, para los que son maestros, para el resto de situaciones se reservan la mayor de las inutilidades.

Les sale la demagogia por las orejas y los excrementos por la boca, que diría un analista político.

Así, de punta a punta de nuestra dolorida España, nos podemos encontrar a unos individuos tripartidos que van en grupo como los teletubbies, rodeados de una pretendida Guardia de la Gran Catalunya, esa que reservan para las grandes ocasiones con sus disfraces tan llamativos, esa misma Guardia que contrata a empresas de seguridad privada para que les vigile las comisarías o que cuando las cosas se ponen feas y se acojonan los nazionalistas ante el aumento de delitos reclaman la presencia de la Guardia Civil.

Otro caso sangrante de la estupidez humana lo estamos viendo estos días en Galicia, donde aquí los jefecillos tribales no son un remedo de los teletubbies sino de Pin y Pon. Pues bien, Pin y Pon han tenido a bien considerar como requisito imprescindible que, para poder apagar un fuego, hay que saber gallego.

Gracias a esta soberana gilipollez más de 40 bomberos forestales --con años de experiencia-- se han quedado en la calle este verano y, así, no es de extrañar que este año los incendios forestales en Galicia estén descontrolados.

¿Pensarán Pin y Pon que más vale una Galicia independiente y achicharrada que una Galicia verde, refrescante y española? pues no, ni siquiera eso, porque al final han pedido la ayuda del Ejército español --nada más y nada menos, esto no debe ser demasiado galegonazi-- pero lo han hecho tarde y mal, por lo que ya no hay quien evite una Galicia tremendamente herida por el fuego y unos pobres ciudadanos más quemados aún.