Signo distintivo de las dictaduras

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Una de las características que definen a cualquier dictadura es su intento de machacar a la oposición. Si analizamos el comportamiento del (des)gobierno del P$o€ y su rebaño giliprogre vemos que esta es su constante en los años que llevamos soportándolos: todo pasa por destrozar, anular, fulminar y aniquilar a cualquiera que le lleve la contraria, desde el PP hasta las víctimas del terrorismo (merece una mención especial el sangrante comportamiento de Peces-Barba).

Ayer tuvimos la oportunidad de comprobar --una vez más-- la falta de cualquier principio democrático en la Izmierda, así como de cualquier valor moral, ético o del más mínimo sentido de la Justicia, cuando un puñado de privilegiados por el sistema --Almodovar--, junto a fósiles desesperados por garantizarse una jubilación de lujo --Sartorius o Fernando Schwartz--, a los que se les sumaron una serie de parásitos sin oficio pero en busca de beneficio --Mamoncín-- decidieron firmar un presunto 'manifiesto contra la crispación'.

Tenía entendido que en democracia los manifiestos se hacían para protestar contra un gobierno, no contra la oposición, ya que de esta manera sólo lo había visto en regímenes como el de Castro, pero en fin, se ve que estamos condenados a vivir 'muchas cosas que han de helarnos la sangre'.

La parte positiva es que para algo si que está sirviendo tanta desvergüenza: se están 'retratando' los antidemócratas con nombres y apellidos y, de paso, a más de un atontado se le está cayendo la venda de los ojos.

Es inaudito que nos venga ese manojo de tarados firmantes a hablar de crispación. ¡Ellos! los que explotaron el accidente del Prestige, los del 'no a la guerra que nosotros no organicemos', los que no tuvieron repararos en subirse a una montaña de 192 muertos con tal de tocar la bola del poder. ¡Ellos! los que callaron como sus madres cuando los incendios de Guadalajara --más aún cuando murieron 19 personas--, o los de Galicia, los que no sólo no condenan a ETA sino que le hacen fiestas, los que ante el hundimiento de El Carmelo les dió la risa. Así son ellos, los mismos que callan y otorgan ante los asesinados en Afganistán.

¿Alguien ha oído siquiera a uno de estos indignos rechistar ante cualquiera de los miles de crímenes que está cometiendo el (des)gobierno de Rodríguez el Traidor?

Manda narices que gente como Almodovar --el que se inventó un golpe de Estado del PP porque le dió la gana-- o Almudena Grandes --la que sería feliz fusilando a gente-- o Ángel Gabilondo --el malnacido que nombró Doctor Honoris Causa al asesino Santiago Carrillo y hermano del infame Iñaki Hediondo, por cierto-- o cualquiera de los personajillos de la misma calaña, tengan la osadía de pretender dar lecciones de algo, cuando son ellos los que tienen todo por aprender.

Claro que ya sabemos que la Izmierda prefiere aprehender antes que aprender.